Se puede recorrer la ciudad caminando tranquilamente, sorprende el empedrado y la vida en la calle: la gente compra y vende alimentos, los niños van al colegio, la gente seca las verduras en las fachadas de sus casas, vida cotidiana que se hace especial a la vista cuando se rodea de esos edificios.
Nosotros llegamos desde Taiyuan, la capital de esta provincia de Shanxi, y entrar en este pueblo llevados por un motocarro a toda velocidad por las estrechas calles fue una gran experiencia y casi un viaje en el tiempo. Intentar evitar las grandes ciudades chinas y acercarse al mundo rural fue un acierto, todo es más personal y amable, y no falto de vida.
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