martes, 17 de marzo de 2009

Pekín, capital de contrastes.

Desde la visita a la "Gran Muralla", pasando por el "Palacio de verano", la plaza de Tiananmen y la espectacular "Ciudad Prohibida", la gran capital sorprende desde el primer momento por la cantidad de vida que hay en sus calles.






Dejando atrás los maravillosos monumentos y las visitas que no hay que perderse, lo más interesante queda en los mercados y en las calles, sobre todo en los "hutongs", esos barrios que están desapareciendo por culpa de la especulación inmobiliaria y de los Juegos Olímpicos. Calles estrechas, con un tráfico incesante, tiendas,puestos callejeros y casas de comidas.






Una ciudad muy cómoda para introducirse en el país. Un paseo en bici nos hizo sentir las calles de otra manera, nos permitió ver a la gente haciendo mil actividades diferentes y nos abrió el apetito suficiente para comenzar a probar la comida china, variada,llena de sabores y texturas, desde el pato pekinés (imprescindible),hasta los dim sum y las sopas de fideos, los cangrejos o las flores de loto.